Cuando llegué a urgencias, su aspecto me hizo presentir lo peor. El escaso vestuario de los enfermos de hospital dejaba al descubierto la penosa visión de aquellos brazos y piernas delgados, de aquella piel fofa y pálida de un hombre de 75 años que estaba sentenciado por la enfermedad.
Nuria Pardina Juan
viernes, 2 de noviembre de 2007
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