A esa hora temprana de la tarde había bastante silencio en el pub Elizabeth y ellos estaban en su mesa de siempre, en el rincón, sentados en un sofá granate. Hablaban bajito delante de varias cervezas de diferentes marcas, una de cada, que solían compartir inventando cada vez adjetivos diferentes para sus sabores.
Maribel Goiriena
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