Ella olía a menta..., o al menos eso era lo que le habían hecho creer los hombres que pasaron por su vida.
Sin embargo, no sabía aún el por qué, cuando prestaba atención y se dejaba caer muy dentro de su propio abismo, le llegaba un rancio olor a madera húmeda.
Cristina Dicuzzo
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1 comentario:
Me ha encantado tu relato.
Curiosamente a mí los hombres me decían que olía a rancia madera húmeda, pero al atreverme a explorar mi propio abismo, me ha llegado un exquisito olor a menta
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