jueves, 27 de diciembre de 2007

¡FELIZ NAVIDAD!



ilustraciones de Montse Baqués


Disfrutad de la luna llena del 24, de cachitos de amor, feliz navidad y a por el 2008...

lunes, 24 de diciembre de 2007

22 DE DICIEMBRE. LECTURA AULA ESCRITORES


¿¿¿Convocatoria a las 20,00h??. ¿¿A las 21,30h.?? .No, se confirma a las 20h. Llueve. Me molesta. Hay huelga de autobuses. También me molesta Me planteo no ir. Estoy cansada, de mal humor y no se como llegar. Decido ir. Me pongo mis mejores galas. Vaqueritos, jersey de cuello alto, anorak rojo y cojo un paraguas verde horroroso pensando que si se pierde me hará un favor. Salgo de casa con el humor cambiado.
Voy a la fiesta del Aula. Llego (no se cómo) y ¡¡ya está montado el pitote!!. Comida y bebida a montones. En la entrada me encuentro a Rodrigo recién premiado, está pletórico, guapo, simpático y enseguida me ofrece un vaso de vino turbio y me planta dos alegres besos. Veo a Lluch que está animadísimo y tras él a Gemma, Teresa, Carmen, Ana y algún otro componente más de este peculiar grupo del “Qué me estás contando”.
Enseguida empieza el acto, presentación breve por parte de Lluch, seguido de un pase de video sobre la presentación del libro en El Corte Ingles, la lectura del Café Bohemia y un trocito que me pareció precioso de la foto-fotomontaje-fotofinal de la foto del libro. Allí aparecíamos y desaparecíamos los autores como si fuéramos personajillos del propio libro.
Empezó la lectura de relatos. Teresa quiso homenajear, cumpliendo el pacto, al ausente Tebu, (Esteban Guerra) que tanto ha colaborado en todos los eventos relacionados con nuestra criatura. Y sin necesidad de tomar ningún brebaje, leyó con muy buen gusto, el cuento QUINCE TROZOS. Detrás yo leí CONVERSACIÓN EN LA NOCHE un cuentito breve de Carmen Fernández.
Seguidamente Gemma quiso a su vez homenajear a Teresa Esmatges leyéndonos FIESTA EN EL PARAISO y por último Ana Marín no quiso perderse la oportunidad de agradecer a Gemma Solsona su predisposición y buen hacer y nos hizo disfrutar con la lectura de RATONES.
Pasados los cinco minutos de gloria de “Qué me estás contando”, se cedió la palabra a Rosa Mª Torrent autora de la novela MAL NEGOCIO Que nos hizo reflexionar sobre lo que escribe y por qué lo escribe.
Posteriormente se hicieron diversas lecturas de relatos y poemas de diferentes alumnos de la escuela. Lluch cerró el acto literario con la lectura de un poema y dio comienzo el jolgorio.
Sólo una cosa más, creo que este acto, que a mí me pareció improvisado, -aunque si lo pienso bien no fue así, pues Teresa y Gemma se lo debieron currar lo suyo-, estuvo lleno de ternura y reconocimiento de unos hacía otros, ya que los relatos que se leyeron no fueron escogidos por casualidad. ¿Tuvisteis la misma impresión los presentes?
Julia Soria

Ahí va el peculiar brindis (las latas están medio abolladas ya) a la salud de los ausentes . Fue encargo de Tebu (al que le prometimos dos cosas, que Teresa leería su relato y que brindaríamos pensando en él), pero lo hacemos extensivo a todos los cuentistas.

Feliz navidad!!

lunes, 17 de diciembre de 2007

21 DICIEMBRE. PRÓXIMA CONVOCATORIA

17 DICIEMBRE, EL DÍA DESPUÉS



Domingo 16 por la tarde, delante del Verdi Park emprendrimos la aventura de la venta de libros. ¡Ingenuos! éramos más autores que curiosos o compradores. El calorcillo del cine invitaba a los transeúntes a cobijarse en sus salas y dejar a la intemperie a los intrépidos autores.



No era el lugar ni el momento adecuado, pero los cuentistas nos tiramos a la calle. Teníamos que intentarlo y promocionarnos. Es lo que hacen los “profesionales” y nosotros no íbamos a ser menos. Aunque ellos llevan un estudio de marketing detrás, ¡bah! nosotros no, ni hablar, ¡hala! a la pata la llana, nos dejamos llevar por nuestro entusiasmo y ¡a por todas! A menudo las pifias sirven y os aseguro que la próxima vez vamos a valorar dónde y cómo lo hacemos, una miaja de organización no nos vendría mal.


La gélida tarde del mes de diciembre hizo mella en todos nosotros, unos cuantos desaparecieron al bareto más cercano, otros directamente se largaron (con la excusa que éramos muchos), otros nos tiramos a las palomitas del Verdi y nos pusimos las botas, había qué moverse (aunque fuera la mandíbula). Algunos, muy dignos, mantuvieron el tipo y la sonrisa congelada ante la causa perdida. El sentido del humor no faltó.


Nos teníamos unos a otros (calorcillo humano), charlamos, echamos fotos y compartimos cigarrillos y coca-colas. Por lo menos sirvió de excusa para encontrarnos (algunos autores era la primera vez que nos veíamos) y explicarnos nuestros proyectos a medio o largo plazo. El frío empezaba a causar estragos. Para evitar la gangrena de los dedos y reafirmarnos como autores, decidimos firmar libros como posesos. Algunos nos los dedicamos entre nosotros, otros para los futuros “clientes” o encargos de amigos. La cuestión era hacer “algo”.


Da vergüenza escribirlo, pero la verdad es que vendimos 2 libros (a uno por hora) ¡no está mal! para todo un despliegue literario.
Finalmente, una vez recogida la parada y los folletos que se nos fueron desparramando, tipo Hansel y Gretel, desde el Verdi hasta el Aula, alguno de nosotros adquirió ejemplares para amigos y familiares. Resultado de la venta: ocho libros en total. A parte, Dolores se llevó a Valencia 10 ejemplares y Tebu los mismos a Canarias. En enero haremos recuento.
Nos queda la esperanza que los Reyes Magos nos hagan un encargo “realmente” importante y repartan “Qué me estás contando” como el regalo estrella de estas navidades.

viernes, 14 de diciembre de 2007

jueves, 22 de noviembre de 2007

LECTURA EN EL BOHEMIA CAFÉ


15 de noviembre del 2007
Mientras salgo del metro y me dirijo a la calle Diputación, pienso que el poético y solitario pajarillo que cruza la calle en vuelo rasante ha de ser, por narices, un grajo.
¡Puñetas, hace un frío del carajo!
Con una mano en el bolsillo de la chaqueta y la otra, medio congelada, aferrando las rebeldes solapas, apresuro el paso hacia el Bohemia café.
Juro que cuando me detuve ante la puerta, para verificar en mi despistada mente la dirección, mi sonrisa hizo estallar cristalitos de escarcha en la comisura de mis labios.


Tiro del pomo y entro.
¡Calor! Mmmmmm. Mmmmmm.
¡Tengo dedos! Pienso alegre mientras los muevo de nuevo.
Bajo la cálida luz ambarina del local, algunos clientes conversan en voz baja alrededor de las mesitas de aspecto íntimo.
Al preguntar por la lectura, Tomás, el camarero, me indica que he de ir a la parte de atrás, hacia un espacio más recogido.
–Bienvenidos a la lectura de Qué me estás contando –saluda Teresa Esmatges con una cámara de vídeo en una mano y una lata con papeles pulcramente doblados en la otra a una pareja–. Coged un papel y apuntad vuestro nombre
–¡Qué fría estás! –exclama tras darme dos besos de bienvenida, después de que la pareja deje su nombre en la lata y se siente.
–Hace frío –le respondo, porque en el bar se está de maravilla y es fácil olvidarlo–. ¿Qué es eso? –indago señalando la lata.
–Al terminar sortearemos un libro entre todos los asistentes. Pero los autores no participamos –me explica al ver la avaricia en mis ojos.
–¡Claro! ¡Claro! –acierto a responder algo decepcionada.
Por desgracia para mí, las latas y los sorteos están íntimamente ligadas en mis recuerdos con las tómbolas de feria de las fiestas del pueblo.
–¿Quién se lleva la lata, señores? ¿Quién se la lleva?
–¡Qué alegría! ¡Qué alboroto! ¡Otro perrito piloto!
–¡Que viene la chochona! ¡Ya llega la chochona!

–¿Qué van a tomar? –pregunta Tomás solícito.
–Una chochon... –se me escapa–. Grrrr –carraspeo para disimular–. Una cocacola.


El local se ha ido llegando, y todos esperamos a Tebu, que con la cara roja por el repentino calor tras el frío exterior se disculpa por la pequeña tardanza.
–Buenas tardes –comienza Gemma Solsona ejerciendo de maestra de ceremonias.
La verdad es que lo hace muy bien. No sé de dónde sacan tiempo estos tres.
Con el “micro”, prestado por el Aula de Escritores para la ocasión, saluda a la concurrencia y presenta de nuevo el libro al mismo tiempo que establece las pautas de la velada. Se leerán tres relatos elegidos por resultar representativos de la antología de Qué me estás contando y luego algunos más por sorteo.
¡Qué bien! Pienso mientras me arrellano en la silla sosteniendo mi consumición. Me encanta oír contar historias a los demás, y más en una tarde como esta.




Es Tebu Guerra quien comienza a leer Una noche sin Luna de Patricia Puértolas, con su voz modulada y acento suave. Un viejo marino, el mar, el temor y el drama.
Me dejo arrullar por sus palabras y la piel se me pone de gallina mientras mi imaginación evoca las imágenes y los sentimientos incitados por el relato.
A continuación, sin que llegue a salir de mi ensoñación, Gemma Solsona emprende el relato de La casa solitaria de Carmen Mirones, una historia actual de fantasmas, viejos objetos y estornudos paranormales.


Mientras los relatos se desarrollan a nuestro alrededor el silencio y la expectación pueden palparse. Todos estamos atentos a la siguiente línea, al próximo giro argumental.
Ana Marín y Clara Mateu leen a dúo Conversación en la noche de Carmen Fernández, hablando del miedo en tono de comedia, mientras Pau Fabregat, con pose profesional y gestos seguros, se desplaza por toda la sala con la cámara de fotos en la mano dispuesto a obtener las mejores imágenes del momento.


Los tres relatos concluyen, y Gemma se hace de nuevo con el micro.
–Veamos quién elige el próximo relato –dice alzando una bolsa llena de papelitos.
Entusiasmada con lo que he escuchado me ofrezco voluntaria. Introduzco la mano y extraigo La ventana de Carmen Castañer y decido leerla yo misma, Dolores Ferrer.
Estar de pie delante de todos no es lo mismo que dejar correr las historias desde mi anónimo rincón. El clic, clic del disparador de la cámara. La luz roja de la de vídeo que sujeta Teresa, la mirada expectante de los asistentes, trago saliva y empiezo con la historia sobre el mentor fantasma.




Cuando Gemma vuelve a pedir voluntarios la gente se resiste. No quieren leer.
–¡Tranquilos! No tendréis que leer, sólo una mano inocente que elija el relato.
Todos se animan al ver al nuevo afortunado Los hijos son los hijos de Eva Lleonard y lo lee Ana Montilla. Es un relato divertido que nos arranca a todos una sonrisa tras las emociones anteriores y animando a todos a alzarse para escoger el siguiente.


Cuando una nueva mano inocente saca El pago de Dolores Ferrer, se me constriñe la garganta, porque no es lo mismo escuchar en compañía relatos ajenos que uno propio, porque es como desnudarse ante los demás y porque voy a tener que volver a salir.
Intento dar ímpetu a la venganza y decisión al dilema que se le ofrece a un hombre, pero respiro aliviada mientras le cedo a Gemma el micro de nuevo.




Pau sigue haciendo fotos, se nota que estamos en la era digital porque este ritmo no hay carrete que lo aguante. Tomás sigue sirviendo cafés, infusiones y refrescos y nuevas manos buscan ansiosas una nueva historia en el interior de una bolsa.
Leer el silencio de Nuria Millet es leído por Elisa Alcalá que nos habla de las rupturas y las palabras que quedan por decir.
Bajo la vista y miro el libro Qué me estás contando, la alzo luego y miro alrededor. La realidad se mezcla con la ficción y vuelvo a bajarla para comprobar que el bar de la portada no es el mismo que tengo frente a mí, que no soy un personaje pintado, que no soy fruto de la imaginación de un escritor del aula aunque en este momento vaguemos por su interior.
Brillo de Pablo Colau, narrada en la voz de Carmen Fernández explica el modo más auténtico de hacer una tesis con la mejor fuente de información, aunque no siempre es aceptada.




Cuando Gemma se levanta y anuncia que sólo tenemos tiempo para un relato más, miro el reloj. ¡No puede haber pasado tanto tiempo! Pero las manecillas no mienten y mientras Fanny Sorquin nos habla de trabajos estresantes y noches de hospital Desde detrás de la pantalla de Griselda Martín, embebemos los últimos sorbos de la magia de la jornada.




–Hemos llegado al final de la lectura –anuncia Gemma por el micro mientras parecemos despertar y alargamos descuidadamente las manos hacia las chaquetas y los bolsos para comprobar que siguen allí y no han desaparecido mientras realizábamos un viaje astral al mundo de la fantasía–. Antes de irnos vamos a realizar el sorteo de uno de los libros de “Qué me estás contando”. Además, si alguien quiere comprarlo aquí tenemos algunos disponibles. Voy a pedir una mano inocente.
Como un signo del destino, Ana Marín sale del baño en ese momento, y con un impulso animal adquirido en los años de escuela, todos la señalamos de un modo unánime. Ella, ella.


Miro la lata con pesar y luego a Ana. Ni su nombre ni el mío están dentro y lo lamento. Ana puede tener la mano inocente, pero en sus ojos se percibe el diablillo que anida en su interior.
The winer is... La ganadora es Clara Mateu –anuncia Gemma.
Mientras me dirijo a la puerta de salida vislumbro el frío y la noche del exterior de los que ya me había olvidado.
–Quiero más. –murmuro con la voz suplicante de Oliver Twist.
–Pues cómprate el libro –recomienda alguien a mi espalda antes de que noviembre nos engulla a todos.

viernes, 2 de noviembre de 2007

TARJETA DE PRESENTACIÓN "QUÉ ME ESTÁS CONTANDO"

AGENDA ÁMBIT CULTURAL

Àmbit Cultural - El Corte Inglés


PRESENTACIÓN "QUÉ ME ESTÁS CONTANDO"



Presentación realizada en el Corte Ingles por los autores del libro el 18 de Octubre del 2007

VOLVER

Fantasmas. Sólo son fantasmas los que habitan esta casa.
Por un instante me imagino que te estoy escribiendo una carta. Una carta que nunca recibirás. Tampoco sabría dónde mandarla si pudiera hacerlo.
Faustino Rodríguez Álvarez

EL OLOR DEL RECUERDO

Ella olía a menta..., o al menos eso era lo que le habían hecho creer los hombres que pasaron por su vida.
Sin embargo, no sabía aún el por qué, cuando prestaba atención y se dejaba caer muy dentro de su propio abismo, le llegaba un rancio olor a madera húmeda.
Cristina Dicuzzo

LOS VIAJEROS

Aminorando la marcha se paró el juguete justo antes de llegar a la estación. El trenecito de madera pobre sólo tenía una pincelada de color: unas ruedas rojas que no dieron una vuelta más. Y lo miraba Juanito, que dejó de tirar de él como se deja de arrastrar un sueño.
Xavier Samsó

SEÑALES DIVINAS


A sus dieciséis años, el señor Armán, escondía tras su flequillo unos ojos alargados de color verde, cada tarde fijaban su mirada en una chica rubia, preciosa, desarrollada para su temprana edad y con unos andares armoniosos e hipnotizantes. Esa chica abarcaba sus cuantiosos e intensos momentos de imaginación placentera en su pequeña habitación, situada en el internado del Seminario.
David Vicente Castro

BRILLO


¿Es imposible lo inverosímil o la realidad supera la ficción? Os voy a narrar la experiencia más chocante de mi vida, y de la de cualquiera que la viviese. Y una cosa: si estuviera loco, mi demencia se habría dado a conocer en más modos, de eso estoy seguro; y no ha sido así, no oigo voces ni nada de eso. Sólo fue aquella noche.
Pablo Colau

TOCO TU BOCA


¿CREES EN LOS AMORES A PRIMERA VISTA?
¿¿ACASO HAY OTROS?? Esa era siempre mi respuesta.
Marta Sanz

EL LÁPIZ DE COLOR ROJO

El lápiz de color rojo lleva mucho tiempo inmóvil en el portalápices, sin que nadie le haya sacado punta. De hecho, el extremo del lápiz es totalmente plano y si alguien lo usara después de tantos años, su trazo sería sucio y grueso, sin exactitud, cuando hacía algún tiempo había sido fino y preciso, además de intenso.
Robert Sendra Ramos

LEER EL SILENCIO



Miraba la noche por la ventana. Observaba las cuadrículas iluminadas de las habitaciones encendidas, la geometría de la vida en los edificios de la ciudad. Arriba, el firmamento extendía su capa envolvente, como misteriosas ecuaciones sin resolver, escritas en una negra pizarra.
Nuria Millet

LA ESQUELA

Si le hubieran pinchado con una aguja no le habría salido sangre. Se quedó con los ojos abiertos, fijos en el periódico. No podía ser, era imposible, seguro que no lo había leído bien.
Joan Altimiras

JUSTAVO GALLOFA MELONE

Por favor: desconecten sus teléfonos móviles e inmóviles y pongan sus asientos en posición vertical. A no ser que hayan comido mucho abróchense los cinturones o, en su defecto, revisen braguetas, cordones de zapatos, y cuenten sus pulsaciones entre diez y quince segundos. En caso de emergencia no busque la salida; simplemente deje de leer. Una vez realizadas las comprobaciones previas procedo a la extracción de las bolas.
Carlos Richarte

EL ASCENSOR


Fue como un frenazo en seco que cortando el aire quedó suspendido en el espacio. El ingenio cilíndrico transportaba al vecino del quinto, que por una especie de carambola del destino se encontraba atrapado dentro del pequeño monstruo silencioso, rodeado de cables y entre paredes de madera barnizada.
Miguel Viola Bode

DETRÁS DE LA PANTALLA

Eduard observa de forma compulsiva el reloj de diseño que hay en la pared. Dentro de una hora acabará este horrible turno de doce horas. Tiene ganas de huir del ambulatorio, dejar el uniforme en el cesto de la ropa sucia, y salir a la calle para respirar.
Griselda Martín Carpena

APOCALYPSE XXI

No es que me entusiasmara la comida rápida de los restaurantes de Estados Unidos, pero aprovechando las ofertas de dos por uno me llenaba por cuatro dólares y, al no necesitar luego merienda, conseguía ahorrarme unos centavos para el envío mensual de dinero a La Habana. Aquel tipo me abordó a la salida de la hamburguesería en la que solía comer los martes: “Mírame, muchacho, ¿no te gustaría llevar un día todas estas medallas?” Con su uniforme militar y su rapada a cepillo me pareció una réplica a tamaño humano del muñeco que le había comprado a mi sobrino por su cumpleaños. “No, señor”, le respondí, “tengo ya la colección completa de insignias de guerra, venían de promoción con los Whoppers.”
César Sánchez Ruiz

CONVERSACIÓN EN LA NOCHE


–Oye...
–¿Qué?
–¿Estás despierta?
–Sí. ¿Qué quieres?
–Quería contarte...
–¿Qué?
–Habla bajito, no vaya a ser que se despierte.
–¿Quién?
–Pues ¡quién va a ser! Él.
Carmen Fernández

EL ENTRESUELO


Ana entró, como cada mañana, a las 8 en punto, en el entresuelo de la biblioteca. Era la planta del edificio donde se guardaban, o mejor dicho, almacenaban, los libros más viejos, aquellos textos derogados por el desuso o simplemente enmohecidos por el tiempo.
Fanny Sorkin

LA VIDA ES DURA, AMARGA Y PESA, YA NO HAY…

La vida de Juan perdió su sentido cuando la noche pasada oyó aullar al lobo y las campanas tocar a muerto al amanecer, para anunciar la muerte de Pedro al que acababan de enterrar: “A quien voy a contar ahora mis sueños”. Esos pensamientos se podían “escuchar”
Carmen Mirones

MAMÁ, TE QUIERO DECIR ALGO


El pomo de la puerta rechinó levemente. El efecto de los años, o tal vez de la oxidación, eran evidentes pero ahora no era el momento de lubricarla. Adelantó un paso tímido y cuando hubo comprobado la presencia de su madre, deslizó el segundo pie, acompañando su gesto de una sonrisa temerosa.
Johari Gautier Carmona

UNA NOCHE SIN LUNA

Si alguien, viendo lo inevitable, le hubiera preguntado el por qué, quizás el viejo Eladio le hubiese explicado, sin perderse en los detalles, que por fin había decidido acabar con la agonía de esa perpetua noche sin luna.
Patricia Puértolas Alegre

HOY SE LO DIGO

Ahí está Julián. Nuestros ojos se encuentran. Me ha visto.
Se podría decir que Julián es uno de mis mejores amigos. Es, para mi, una persona muy especial. Todo el mundo lo sabe. Hoy lleva su habitual jersey azul, con el cuello arrugado y sucio.
Juan María Tortosa

COMO CADA MAÑANA


Como cada mañana se despertó a las seis en punto. Estiró el brazo hacia la mesita de noche donde sonaba sin tregua aquel miserable aparato que le anunciaba la vuelta a la realidad. Tras dos intentos fallidos, logró por fin callar el desagradable zumbido que rompía irreverente el silencio de la madrugada.
Julia Soria Rey y Carmen Fernandez Soria

INCAUTINO

¡Vaya esquina que he escogido hoy! Por aquí no pasan ni los basureros. Ese pájaro del cable me va a poner bueno como no se vaya de ahí. Hoy es fin de mes, día de cobro; a ver si se nota y caen unas monedas.
Salvador Carracedo Dapena

EL ÚLTIMO CARTÓN


La suerte en ocasiones resulta esquiva. Mediante un efecto boomerang lo que comienza en forma de triunfo acaba en un auténtico fiasco.
Carlos María Cabrerizo Clavero

QUINCE TROZOS

Estaba de pie en medio del salón. Tal como había sucedido todo debería darle igual, pero desde el momento en que abrió el sobre, supo que nunca podría resultarle fácil. En un intento de acelerar el proceso rompió la foto en quince pedazos, uno por cada año que había compartido con Laura. Los fragmentos fueron a parar al suelo, y mirándolos le parecían un rompecabezas.
Tebu Guerra García

SCHILLER & CO

–Scheisse! –gritó Karolin. Los nubarrones oscuros amenazaban con lluvia.
Aquella mañana desapacible, de camino a la consulta de su siquiatra, se había entretenido mirando escaparates por las tiendas del centro, parándose a cada tramo a contemplar, cautivada, las altas maniquíes expuestas en posturas arrogantes de las boutiques y las fotos nocturnas de ciudades lejanas de una agencia de viajes.
Delia Torrents

EL DESPERTADOR


Pipi-pipi-pipi-pipi-pipi...
Son las 7 de la mañana y el despertador de Roberto comienza a sonar. Lo apaga con un movimiento preciso y se levanta inmediatamente. Siempre lo hace por el mismo lado de la cama, las zapatillas de casa están colocadas justo en el sitio donde primero apoya los pies. Tiene todos los movimientos matutinos estudiados milimétricamente: 10 pasos hacia la cocina, introduce el vaso de leche dentro del microondas y pulsa el botón de encendido. 4 pasos de la cocina al baño, 50 segundos para lavarse la cara y peinarse, otros 4 pasos de vuelta, retira el vaso de leche y añade una cucharada de colacao y otra de azúcar…cada día practica el mismo ritual.
Albano Benito Andrés

LA CICATRIZ

Aquel día supo que sería el último día en que la vería con vida. Prácticamente se había despedido de ella, cuando incorporándose ligeramente de la cama, puso entre sus manos un sobre, en el que con letra temblorosa, decía: “Para Luisa.”
Roser Mañé Blasco

LA SALIDA

Cuando leí el mensaje en el móvil supe que Rodolfo había cumplido con su misión. Comencé a caminar y una calle más allá, Andrés estaba en el suelo. Parecía que le había dado un infarto o algo así, pero yo sabía que era el resultado de la “reunión” que acababa de tener con Rodolfo. La gente estaba nerviosa alrededor de él.
Elisa Alcalá García

EL PAGO



Gulos apretó con fuerza la aguja de pelo que llevaba en el bolsillo mientras miraba con odio a Justinos, el paisajista de la corte al pasar junto a él.
–Pídeme lo que quieras por este cuadro y te lo daré –había dicho el rey tras descubrir tres días antes el retrato que Gulos le había hecho, mirando directamente a sus propios ojos pintados a la sombra de la corona del Destino.
Dolores Ferrer

LA VOZ MÁS DULCE DEL MUNDO

Lo supe aquella mañana, en un vagón de la línea amarilla, rumbo a la Barceloneta, cuando, sentado en una esquina, observaba de frente al adolescente de rizos con una mochila entre sus piernas, al viejo calvo con un paraguas negro sobre sus rodillas y a la rubia obesa con minifalda roja sentada entre estos dos.
Iván Parra López

MARÍA DE TÍO TEODORO

Acabé de limpiar su lápida y arreglarle unos claveles frescos, y aún, con las lágrimas en los ojos, me fui a ver a María. Ya estaba oscureciendo, me preguntaba si estaría hoy en casa.
Yolanda Bravo Vergel

AS DE PICAS

Apenas unos centímetros entre su sien y el diminuto proyectil permiten que Mauro siga oyendo la lluvia a través de los enormes cristales. Las gotas resbalan apresuradas por el vidrio. Le recuerdan a las lágrimas que él no es capaz de derramar. El sutil olor a pólvora le motiva la memoria y la frase le vuelve de nuevo a la mente: “Ganarás una gran fortuna la noche en que pierdas a tu amada”, susurró aquella tarde la gitana clavándole los ojos entornados.
Iria Massotti Ocaña

EL GRAN SÁBADO DE LUIS MONTILLA


En el espejo del cuarto de baño se reflejaba una cara alargada y de tez lechosa con unas entradas que adquirían el rango de calvicie. Los ojos, de un vulgar marrón, grandes y saltones, eran dos bolas a punto de ser expelidas de sus órbitas. Y destacando en el rostro, como un tosco subrayado, sobre una mandíbula y bajo una nariz ganchuda y prominente, brotaba un mostacho negro de pelos escasos pero recios como cerdas.
José Miguel Sánchez Corros

AMIGOS PARA SIEMPRE

A esa hora temprana de la tarde había bastante silencio en el pub Elizabeth y ellos estaban en su mesa de siempre, en el rincón, sentados en un sofá granate. Hablaban bajito delante de varias cervezas de diferentes marcas, una de cada, que solían compartir inventando cada vez adjetivos diferentes para sus sabores.
Maribel Goiriena

NO QUIERO MIRAR

Llega otra vez la mañana y ahí sigue estando el espejo para hablarme, para hacerme recordar, pero no quiero mirar. Tengo miedo de lo que me pueda decir. ¿Por qué no lo he quitado hace tiempo? No quiero ver mi reflejo en él. No quiero que me hable, no quiero que me diga lo que no quiero oír. Sigo en el umbral, no me atrevo.
Rocío González Espinosa

ME DECÍAN QUE LEYERA LA BIBLIA


Me decían que leyera la Biblia, pero yo sólo quería matar cucarachas. En casa siempre había que ir con cuidado: si mi padre llamaba para sentarnos a comer mejor no hacerle esperar. Tampoco se nos podía ocurrir ni a mi hermano ni a mí tocar la comida antes de que toda la familia se hubiera sentado, antes de dar gracias al Señor por aquel potaje maloliente con coliflor que cada lunes, miércoles y viernes cocinaba mi madre. De verdad, lo último que hubiera hecho nunca es dar las gracias a nadie por aquello, pero en casa había reglas sagradas, y respetarlas era un mandato divino.
Sergi de Diego Mas

VIAJE A MALÍ

Mientras bajaba las escaleras escondía la puntilla negra del sujetador bajo la camiseta, era una mujer de cintura estrecha y caderas anchas, de curvas firmes que atraían las miradas a su paso y que ella acentuaba con un vestuario ceñido y de colores llamativos. A Jeannette le gustaba conjuntar una blusa amarilla abotonada hasta el esternón con unos pantalones de lycra fucsia o una camiseta de encaje negro con una minifalda de lunares rojos; para estas arriesgadas combinaciones dedicaba mucho tiempo,
María Rodríguez Bajo

LOS HIJOS SON LOS HIJOS

Mi perro Doggy se comió una pastilla de dormir de papá y mientras dormía a pierna suelta un ratón le mordió la oreja. Mi madre se enfadó tanto que al volver del veterinario echó a mi padre de casa y ahora mi hermano Germán y yo vivimos entre ratones envalentonados, un perro acobardado y una madre todavía furiosa.
Eva Lleonart Montagut

EL ENTIERRO

Las sirenas y las luces de un coche de policía que va a toda velocidad giran y giran en mi cabeza como si se tratara de una melodía de película de terror.
Carla Lopresti

VILLA MIRILLA


María abrió la puerta de casa de Jesús como pudo, con una sola mano, iba cargada con la compra de toda la semana. En ella también llevaba croisans de chocolate, eran los preferidos de Jesús y había pensado que a esa hora todavía no habría desayunado.
Mar de Borja

LA OTRA MUERTE

La otra muerte de Matías Frascheri
Existe otra muerte, lo sé. Una muerte en vida, que se alimenta del olvido y la indiferencia, que te carcome las entrañas hasta hacerte desaparecer.
Barbara Sánchez Barroso

FIESTA EN EL PARAÍSO

Nadie logra sobrevivir a la fiesta de su 80 cumpleaños en la residencia de ancianos “El Paraíso”. Así ha venido ocurriendo durante años.
Teresa Esmatges Dedéu

ERNESTO

Cuando llegué a urgencias, su aspecto me hizo presentir lo peor. El escaso vestuario de los enfermos de hospital dejaba al descubierto la penosa visión de aquellos brazos y piernas delgados, de aquella piel fofa y pálida de un hombre de 75 años que estaba sentenciado por la enfermedad.
Nuria Pardina Juan

CRIMEN Y VICEVERSA

Hacía algún tiempo que Carlos y María habían pactado asesinarse. Pero por una cosa o por otra siempre estaban posponiéndolo; que si no era el casamiento de Pablito, el más pequeño de sus hijos, o la hermana de María que todos los años amagaba morirse pero no, o simplemente que la reunión de los martes de Carlos esta vez sería imperdible.
Carla Lazcano

NOELIA Y EL LOCO DEL VIOLONCHELO

Noelia desde que adquirió la furgoneta huele a gasolina. Este ha sido unos de los principales motivos de discusión con Mónica, la hermana mayor. Pero el más importante es la continua pérdida de cosas, un día es una chaqueta con capucha, otra, un reloj pulsera. El último robo fue el más doloroso: el vibrador, obsequio de un ex-jefe de oficina.
Rodrigo Díaz Cortez

LA VENTANA


Acabábamos de mudarnos de casa toda la familia, cuando me ocurrió un suceso inexplicable. Yo siempre había soñado con tener mi residencia en un edificio modernista en el centro de Barcelona, mi ciudad natal, y por fin se acababa de hacer realidad lo que había ansiado durante años.
Carmen Castañer

UNA CAÍDA

Creí que lo tenía superado, que por fin había conseguido olvidarle y que mi vida había dejado de ser la sala de espera de sus llamadas.
Ana Marín

CONMIGO HARÁN LO MISMO

Veo parpadear la pantalla de mi comunicador de última generación. Tan sólo con un leve movimiento del brazo, respondería automáticamente, sin problemas. Pero no voy a contestar. Quien sea intentará localizarme más tarde. Ellos no tardarán en llegar y la fotografía de Martina encima de la mesa me recuerda que quedan algunas cosas por hacer antes de poder olvidarla.
Gemma Solsona Asensio

LO IRREMPLAZABLE

Raquel camina desnuda por la avenida. Las miradas se instalan en la lozanía de sus contornos: señoras tapando los ojos de sus hijos, profusión de piropos masculinos, el chirriar de un accidente automovilístico y una viejita persignándose “Perdónala, Señor”. Pero ella no se percata de nada, el gozo en su rostro, aún infantil, la acompaña en su flotar sobre el pavimento.
Mónica Peña

ELLOS

Mi padre siempre ha tenido las manos gordas, o al menos eso es lo que dice mi madre. Yo se las miro y me parecen de lo más normal del mundo, pero mi madre insiste en que son gordas.
Esther García Alonso

BAILE DE ALMAS

La noche que por fin pudieron amarse sin tener que huir de miradas ajenas, la luna permaneció inmóvil en el cielo mientras la tierra daba dos piruetas sobre sí misma. Entonces eran ya dos pequeñas siluetas de movimientos lentos consumidas por el compás del tiempo que, sólo por aquella vez, se saltaron las leyes de la gravedad y bailaron juntas sobre las nubes.
Elisabet Baurier i Montmany

ROGELIO ALCANFOR

Hace un calor terrible. Me ponen una especie de ventosa en la cabeza y estiran, y estiran, y estiran todavía más. Cuando dejo de agarrarme a las paredes del útero, salgo fuera y los veo.
Xènia Elias

miércoles, 31 de octubre de 2007

LOS AUTORES


Me entusiasmó con su pasión por aquel lugar, por la vida que existe en todos sus rincones. Habló de los traviesos elfos que habitan en los sótanos, de los ratones que salen por las noches a masticar caramelos verdes. Me contó la historia del hombre que leyó la esquela de su propia muerte en el periódico, y la del enorme gato gris, que un buen día se puso unas lentes redondas y pronunció un discurso metafísico.

Todos viven allí, -añadió con voz cautivadora- en el Aula de Escritores. Y, cogidos de la mano, corrimos como locos cruzando Barcelona bajo la lluvia. Hasta llegar al Aula, un local en medio de Gràcia, construido con letras, con páginas escritas por mil y un escritores noveles, donde todo existe. ¿Quieres entrar?