viernes, 2 de mayo de 2008

MICRORELATOS DEL CONCURSO (I)

Mudanza - Joan Altimiras

La hierba crece de noche, oí que alguien decía. Yo nunca lo he visto.
—La cajas casi están preparadas —me dice —quedan unas pocas, saldré a por cinta adhesiva.
No consigo recordar cuando me dijo que se iba. —¿Qué estás haciendo? —le pregunté anoche, cuando vi que empezaba a meter cosas en las cajas que acababa de traer del supermercado.
Oigo la puerta cerrarse, me levanto del sillón, me ajusto el batín y miro por la ventana. La veo alejarse calle arriba, con paso apremiado. Deambulo por el apartamento entre las cajas a rebosar; las voy contando. Me extraña ver algunas de mis cosas en ellas. No entiendo porqué se las lleva, se lo preguntaré.
Ya lleva rato precintando cajas, cuando suena el timbre. —Es un amigo —me dice, pero sospecho que es su amante, por cómo se miran. —me ayudará con las cajas.
Me pide que me vista, no veo porqué. Me insiste y al final cedo cuando quiere ayudarme, para no contrariarla delante de un extraño.
Los miro sentado en el asiento trasero, con la ventanilla bajada, huele a primavera. Creía que estábamos en otoño.
Paramos delante de una casa antigua, grande, muy bonita y cuidada, tiene un gran jardín con mucha hierba y grandes árboles. Un chico con un carrito carga las cajas y una maleta y se los lleva. Me presenta a una señora muy guapa que lleva una bata blanca.
—Papá estarás muy bien —me dice, mientras me da un sonoro beso.



Desde el Paraíso - Carmen Mirones

Adán
¡Qué me estas contando Señor! Exclamó Adán cuando el Señor le dijo.
─Adan; hijo, te veo muy aburrido. Así que voy a darte una compañera.

Eva
¡Qué me estas contando! respondió Eva a la serpiente mientras ésta le contaba cosas muy interesantes sobre el árbol del bien y del mal.

La Serpiente
¿Qué me estas contando de Adán? Preguntó la curiosa serpiente a Eva, saliendo del sueño que le había producido el conejo que se había comido por la mañana.



La geometría de Juana - Carla Lazcano

“Me llamo Juana y estoy aquí porque, como todos pueden ver, hoy soy un rombo. No siempre fui así, pero una noche -el dolor, la sangre espesa en la ducha – sentí como mis curvas se transformaban en aristas. Salí del baño envuelta en la toalla intentando que mi marido no notara mis vértices. Fui a la cocina y cogí la tetera con estas estrellas inútiles que tengo en lugar de manos. Ni siquiera el estallido de la cerámica contra el suelo despertó a mi esposo. Entonces lloré, silenciosamente. Lloré por la pérdida de mi redondez y de mi niño.
Y va mi jefe y me dice no se qué de la crisis económica y la reducción de personal. Tonterías. Nadie quiere tener a un cuadrado bajo dependencia.
Y va mi marido y me dice que estoy ocupando toda la cama, pero ¿no ves que hoy soy un triángulo?, le dije.
Así que tuve que dejar mi trabajo y mi casa; mudarme a un sitio donde no molestara a nadie con mis puntas. Yo sólo quiero ser redonda para poder contener un tierno punto en mi interior.
Entonces una amiga me dijo que todos aquí eran polígonos como yo y que nadie iba a juzgarme por lo que les estoy contando.”
Todos aplauden. Ahora le toca el turno a Javier. Abrazada por sus palabras, Juana comienza a sentir como su ropa que hasta ahora parecía colgar de una rígida percha empieza a posarse suavemente sobre sus ondulados hombros.



Nada - Roser Mañé

Harta de preguntarle: “Qué me estás contando” y de no obtener respuesta, la Luna llena, en aquella noche vacía, abandonó al poeta.
Esperó al Sol, pero al amanecer, el astro cómplice lo cegó. El poeta ciego rompió con ira su “nada” y, desnudo de ella, gritó al mundo exigiendo luz. Fue entonces cuando éste le ayudó a escribir su primer poema.
Al día siguiente el Sol llamó a la Luna para que escuchara atenta las nuevas rimas. Ella dejó la noche vacía y escuchó al poeta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joan Altimiras;
Como siempre. Tu relato es de lo mejor. ¡¡Felicidades!!
Julia