miércoles, 16 de enero de 2008

LA OTRA INFORMACIÓN

Me aburre leer los periódicos, creo que, como muchos, hago una pasada rápida de titulares. Con eso tengo suficiente, lo confieso. No cada día, sólo cuando cae alguno en mis manos: en el bar, en el trabajo o en cualquier sala de espera. Me subleva gastarme el euro en un periódico que acabará en el cesto de papel reciclado al cabo de unas horas.
Estoy con Joan, me encanta la radio y es lo segundo que pongo por la mañana después de apagar el despertador. No soy tan fiel como desearía y según el día de la semana voy cambiando el dial, incluso muchas veces me detengo en la COPE, Nuria, es una manera de reafirmarme en mi posición contraria. Me gusta estar al día, saber que el mundo sigue siendo mundo, con sus atrocidades Carla, sus curiosidades o sus noticias locales. Si algo me interesa lo suficiente, consulto internet para profundizar (últimamente me ha pasado con el controvertido tema del “canon intelectual”). Informada, pero lo justo.

La opinión es lo que más me atrae, en todos sus registros, desde el periódico, en las tertulias de la radio, en la barra del bar, lo que piensa el compañero de trabajo o el vendedor de lentejas.

Lo que quiero introducir ahora es la noticia a través de la imagen gráfica. Sin palabras. Esa realidad sutil que me sugiere más de la “vida de las personas” y que en la que nadie me impone su interpretación. Cada año acudo a varios certámenes de fotoperiodismo y me doy cuenta de la “otra realidad”, de Timor, África, Agfanistán, Cuba, el Raval, Chueca, Mombai, Gibraltar, el Chateaux Rouge,... a través de los rostros de la gente que lo habita. Huyo de las imágenes morbosas que se limitan a fotografiar el suceso, cargando las tintas y robando la dignidad de la condición humana. Parafraseando a Sarte no puedo más que sentir que "el mundo en el que vivo me repugna, pero me siento solidario con las personas que sufren en él".

Hay otro tipo de información y aprovecho el blog para escribir un “relato-impresión” de una fotografía que me impactó.
Que la disfrutéis.
Teresa Esmatges


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Las buenas fotografías son mi debilidad. Las contemplo sin prisa, dejo que sean ellas las que me cuenten pausadamente sus más íntimos secretos, las historias que hay detrás y la habilidad que ha tenido el fotógrafo para pasar desapercibido. Inhalo el arte del instante, escenas irrepetibles que transcurren en una milésima de segundo, saboreo la captura de un detalle que no se repetirá jamás y escucho el astuto clic que detiene el paso del tiempo y me transporta a una realidad distinta, de la vida en silencio, de las no palabras, repleta de una fuerza enigmática que activa todos mis sentidos.
En primer plano, una anciana en cuclillas lava a una joven subsahariana, enferma de sida. La chica, en bragas, está de pie dentro de un barreño de agua, con el cuerpo frágil y enjuto, ligeramente curvado. Las manos que se apoyan sobre sus rodillas, parece que le proporcionen el equilibrio suficiente para poder mantener la posición vertical.
Apenas pueden distinguirse sus caras. Se encuentran en una semipenumbra cálida y dulzona. Un sol de media tarde se filtra a través de una puerta que se intuye abierta delante de las dos figuras y que proyecta en un segundo plano otra imagen de la misma escena.
Sobre el oscuro fondo se dibuja un cuadro blanco perfecto, donde la sombra en negro es la protagonista.
La silueta de la joven está perfectamente delimitada, no tiene volumen, ni movimiento, ni vida. Da la impresión que sea el positivo de una radiografía colgado en una pared. La cabeza parece que quiera apoyarse en el marco del cuadro ficticio, porque el enclenque y cansado cuerpo ya no la puede sostener.
Cuál sombras chinescas, la verdad y la ficción se confunden, ¿qué es lo más real de la imagen?, lo que se ve o lo que proyecta.
La fotografía me hipnotiza hasta el punto de inquietarme y no puedo dejar de pensar que cuando se cierre esa puerta y no entre la luz, la joven se desplomará bruscamente a la vez que desaparezca su sombra.
T.E.


fotografía de Gideon Mendel. África subsahariana. NG-septiembre 2005

8 comentarios:

carmen m dijo...

La fotografía es angustiosa. No se trata de lo que ves, como bien dices, es lo que sientes. Esa puerta se cierra; quizás como se va a cerrar la vida (Me trae el recuerdo de Las Meninas. Tambien es un cuadro que tiene mucho que decir.
Hay otra foto que no puedo mirar. La de una madre con un niño esqueletico en brazos, tan equeletica como él.

Anónimo dijo...

Hola a todos.Esto de participar en un blogg es nuevo para mí y es por eso que primero he enviado un mensaje de prueba,ya que he perdido quién sabe dónde una carta que escribí en la que hacía algunas observaciones acerca de la foto.
La fotografía es impactante,no lo discuto.Pero yo prefiero pensar o imaginarme que esta joven enferma y al borde de la muerte se siente felíz por seguir con vida.Felíz por contar con alguien que la ayude y la acompañe.Felíz por tener un techo que la cobije por las noches.En fin,creo que tenemos que aprender a ver aún en los peores momentos,lo positivo,las cosas buenas con las que contamos y de las que disponemos,y no sólo ver lo malo e imaginarnos lo peor.Pero bueno,esta es sólo mi opinión.Me gustaría saber lo que piensan ustedes.
chaucito!
Carla Lopresti

Autor dijo...

Hola Carmen y Carla,
en cuanto a la foto, angustiosa no la encuentro, me da que pensar y desata mis sentidos. Tengo clarísimo por esa luz tan especial al continente que pertenece, casi puedo oler y respirar el ambiente. Es curioso que me lo transmita una imagen.
La encuentro más poética que tétrica. No me planteo cuál será el futuro de la chica, si la va a ayudar alguien o no. Ella es la punta del iceberg de un problema generalizado en África, eso sí. Y el futuro no es muy halagüeño, pues a nivel mundial es un tema de segunda o tercera categoría.
Pero a parte de las connotaciones sociales y políticas, me he impactado por la "escena", que ha sacudido mis sentidos hasta el extremo de querer describirlo con la palabra.
¿Os parece si intentáis lo mismo? haced una mini descripción de lo que os transmite. Podría ser interesante. ¿os apetece? ¿os atreveis?
Teresa Esmatges

carmen m dijo...

Hola Tere: es curioso que digas que es una anciana, cuando no se le ve la cara, y si observas los brazos parecen los de una mujer joven.
Yo ahora, despues de mi operación, puede ser que tenga la sensibilidad más a flor de piel. Pero la realidad es que la miseria, por no decir los abusos, lo encuentro tan injusto que me ha angustiado toda la vida.
La figura se refleja en la luz. ¿Es la luz que tiene que llegar a la humanidad?
Esa luz que el egoismos ha apagado.

Nuria dijo...

Estoy de acuerdo en que hay que escuchar todos los registros de la realidad. Es una forma de desatar los sentidos como dices, Teresa. Y de DESPERTARLOS, de abrir los ojos.
No se puede, o no se debe éticamente vivir en una burbuja, aunque a veces ya tenemos suficiente con sobrevivir a nuestras propias circunstancias, que no siempre elegimos.
La fotografía también me hipnotiza y me ha impactado. Tu descripción es detallada y emotiva, mejor que tus relatos, en mi opinión. El fotógrafo es un testigo de su tiempo, de lo que presencia. Creo que hay un fuerte paralelismo con la literatura, con lo que el escritor quiere transmitir. El periodista y escritor Ryszard KAPUSCINSKI en su libro "Ébano" explica todo eso que nos sugiere esa imagen.
Coincido con vosotras en que la fotografía tiene una luz especial, que la transforma en un cuadro, una imagen de esa Africa herida que duele y subleva. La silueta de sombra en la pared, como un dibujo, el turbante rojizo inclinado, esos brazos alargados e inertes, las costillas marcadas, el barreño metálico con un bien preciado y escaso, el agua...No diría que la jóven se siente feliz por tener a alguien que la cuide, como dice Carla. La felicidad está sobrevalorada en occidente. Y el hambre, la enfermedad y el dolor anestesian los sentidos. Simplemente sobrevive, en un tránsito hacia la nada... ¿Qué hacer? Tal vez, sólo tengamos en nuestra mano gritar, expresarlo con palabras.

BLOGGER65 dijo...

Hola,
Carmen, en el contexto de la foto, la he visto como anciana, aunque puede que no llegue a los cuarenta. En África subsahariana si rebasas los treinta ya eres longevo. El tiempo y la vida se miden sin relojes, transcurre y esperan poco.
Me dejé llevar por la escena, a otra cultura, otros límites.
Carla, yo no creo mucho en la filosofía de aprender de nuestros peores momentos, los momentos malos son malos y ya está, los sobrellevamos, los pasamos como podemos, pero eso de aprender la lección a palos no va mucho conmigo. De los felices sí, a parte de disfrutarlos, sacas la energía y el empuje para superar los difíciles.
Nuria, supongo que te ha impactado porque toca una parte muy sutil, esa sensibilidad no simplona con una amplia gama de matices y varias realidades en una misma escena. No pide explicaciones, la contemplas y te transporta a otro mundo, otro tempo. Hay muchas historias detrás de cada foto, de cada rostro. Y creo que forman parte del "discurso narrativo" de nuestra historia y para mí eso también es "información".

carmen m dijo...

Estoy de acuerdo en que la juventud en Africa es muy relativa. La vida es tan injusta que te lleva a creer en la reencarnación, sea verdad o mentira. Si todos hemos pasado por estadios semejantes se te hace la injusticia más soportable. No justificada, ni justificable.
Cada vez estoy más convencida que no hay mayor fiera que el ser humano. Ellos sólo matan si tienen hambre; excepto el tigre, según dicen. Pero el ser humano sólo es feliz si acumula: sea lo que sea.

Anónimo dijo...

Me impactará la sombra