Me entusiasmó con su pasión por aquel lugar, por la vida que existe en todos sus rincones. Habló de los traviesos elfos que habitan en los sótanos, de los ratones que salen por las noches a masticar caramelos verdes. Me contó la historia del hombre que leyó la esquela de su propia muerte en el periódico, y la del enorme gato gris, que un buen día se puso unas lentes redondas y pronunció un discurso metafísico.
Todos viven allí, -añadió con voz cautivadora- en el Aula de Escritores. Y, cogidos de la mano, corrimos como locos cruzando Barcelona bajo la lluvia. Hasta llegar al Aula, un local en medio de Gràcia, construido con letras, con páginas escritas por mil y un escritores noveles, donde todo existe. ¿Quieres entrar?
Todos viven allí, -añadió con voz cautivadora- en el Aula de Escritores. Y, cogidos de la mano, corrimos como locos cruzando Barcelona bajo la lluvia. Hasta llegar al Aula, un local en medio de Gràcia, construido con letras, con páginas escritas por mil y un escritores noveles, donde todo existe. ¿Quieres entrar?
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